jueves, 24 de marzo de 2011

DE PASEO POR ZAMORA

Resulta agradable, pasear por Zamora estos últimos días de buen tiempo, soleados y primaverales, la ciudad gana en movimiento, la gente va de aquí para allá, hay reuniones, conciertos y diversos actos, pero la tranquilidad de un paseo invita a la relajación.

Pasear por Zamora para mí, significa recordar Semana Santa, significa ver los lugares recónditos de la ciudad y ver en ellos mis recuerdos, tanto cercanos como lejanos. Para mí estar cerca del calvario de las tres cruces significa recordar el frío y precioso amanecer del Viernes Santo y el paso por allí del cinco de copas, el olor a sopas de ajo y los pasos y las marchas juntándose por toda la avenida.

Para mí es imposible pasar por el río y no recordar en mi mente a los vecinos de San Frontis subiendo al Mozo y la Esperanza caminando en su soleada mañana de Jueves Santo, tampoco puedo pasar por Santa Lucía sin acordarme del Cristo de la Buena Muerte y el canto del Jerusalem, siempre que camino por la Plaza de Viriato recuerdo la oscuridad de la madrugada del Viernes Santo, el Cristo Yacente y su miserere, al pasar por Olivares siempre me parece ver una capa parda, en Santa María la Nueva me viene a la cabeza Mater Mea y el baile del Huerto de los Olivos y el paso elegante de El Prendimiento a los sones de la Saeta. Las Rúas son obligado paso en cualquier paseo en Zamora, en ellas siempre veo acercarse el Cristo de las Injurias, también me gusta pasar por el Troncoso donde tengo el momento más personal en el desfile del Espíritu Santo, en la cuesta del Obispo recuerdo las grandes anda del Cristo de Luz y vida y lo más curioso de todo es que al ver el arco de Doña Urraca, veo el traslado de los pasos de la Tercera Caída.

Esto suele pasarme cualquier día del año que paseo por Zamora, pero ahora se intendifica:

Estamos en cuaresma y la Semana Santa se acerca.

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