viernes, 30 de septiembre de 2011

PREGÓN DE LA TERTULIA DEL COFRADE 2006 A CARGO DE JOSÉ MARCOS DÍEZ, HERMANO HONORÍFICO DE "LA VERÓNICA"

      … Y al tercer día resucitó… “Varones de Galilea, Jesús a quien buscáis, ya no está aquí en el sepulcro. Jesús, el Salvador, volverá al fin del Mundo a juzgar a vivos y a muertos…”
      Este es, hermanos, el epílogo de la Pasión.Si Jesús no hubiera resucitado, dice San Pablo, vana es nuestra fe. Tan elocuente momento, narrado por los Libros Sagrados está acertadamente plasmado en la obra de don Ramón, que junto con su apenada y luego alegre madre se encuentran en la soleada Plaza Mayor de Zamora entre himnos, disparos de escopeta y suelta de palomas y globos. Este epílogo de la Semana Santa es uno de los momentos más significativos y populares de nuestras procesiones. Varas floridas, hermanos trajeados y alegría por doquier se funden en este Domingo de Resurrección, que a decir del pueblo es la primera romería de nuestra querida Zamora:

Tú, Jesús Resucitado
que a la muerte venciste
alegra los corazones
de tus hijos aún tristes.


Como tristes, muy tristes están los zamoranos en la patética noche del Sábado Santo:


Con lágrimas en la cara
y sencillo y negro manto
discurre la soledad
en su contenido llanto.


Manos entrelazadas
de cariño y sufrimiento
que abrazaron a Jesús
Dios y hombre verdadero.

      El gentío es enorme en la iglesia de San Juan, y La Soledad se dispone a recorrer las calles de Zamora con paso lento pero firme, y la mujer zamorana la acompaña en su dolor.
      Cómo recuerdo a Ricardo de blanca cabellera y corazón agradecido, que en memoria de mi padre me autorizó a cargar con la Virgen durante ocho años seguidos.
      “…Si procedes de la Verónica y eres hijo de Ramón…” me decía: “Aquí, mientras yo esté, siempre tienes un sitio”. Dentro, el llevar sobre mis hombros a todo un símbolo de Zamora, como es La Soledad, se siente una sensación inexplicable.
      Los cargadores no hablan, no comentan, sólo se oye una oración y las perceptivas voces de levantar y bajar en los fondos señalados.
     
Recuerdo a hermanos como Eduardo, Macario, Luis Felipe, Villasante, Alfredo, hermanos Gómez, Pozo y tantos otros que a veces me daban la sensación de sentirme como en casa, dado que muchos procedían de la Verónica.
      El rezo de la salve y la entrada de La Soledad en San Juan, es el broche de oro con que termina la Semana Santa de dolor y sufrimiento. La procesión del Resucitado es otro capítulo dentro del mismo relato lleno de alegría, emotividad y contento de que ya os hablé.
      No abandonamos la noche, queridos hermanos, para congregarnos en las inmediaciones de la Iglesia de San Vicente y contemplar la aparición, para iniciar, la procesión del paso de Nuestra Madre.

Madre de las Angustias
que con cara de dolor
contemplas al hijo muerto
contemplas al redentor.


      A decir de algunos invitados a La Tertulia, y después de las pertinentes preguntas, varias difíciles de contestar, nos manifestaron que donde más a gusto se encuentran es en la procesión de Nuestra Madre, y no les falta razón. Además, es esta procesión junto con los cofrades y hermanos de paso, permanecen en las aceras los verdaderos amantes de la Semana Santa, pues después de la maratón del Jueves y el intenso Viernes Santo, los que llegan a la noche para ver desfilar a Nuestra Madre son verdaderos privilegiados, que sacan sus fuerzas de la droga celestial de amor a María, a Jesús y, ¡Cómo no!, a nuestra querida Semana Santa.
      Años atrás y siendo las tres de la tarde, las calles de Zamora se llenaban de sabor patriótico, los soldados del Regimiento de Toledo nº 35 con bandera y banda desfilaban marcialmente desde el cuartel hasta la salida de la procesión oficial del Santo Entierro. Era emotivo ver como al paso de la bandera el pueblo en general, hacía un gesto de reverencia y respeto al símbolo de la patria.
      Hoy en día, esto ha cambiado, pero la solemnidad de la procesión permanece, el itinerario del Santo Entierro desde el Museo a la Catedral sigue jalonado de gente y todos expectantes deseamos ver, un año más, al grupo escultórico más emblemático de la cofradía “El caballo Longinos”.

Con un caballo rampante
y una lanza al costado
Jesús derrama su sangre
ya todo se ha consumado.


      Siendo niños nos hacíamos la misma pregunta, ¿por qué no se cae el caballo? Unos indicaban que la cola era de plomo, otros aducían que, en la fijación de las patas estaba el misterio, pero lo cierto es que el encanto del “El Longinos” se acrecienta cada año y cuando lustros atrás corrió el bulo de que se lo iban a llevar a Sevilla, los zamoranos todos hubiéramos preparado el motín como el de la trucha o quizá algo mayor para evitarlo.
      Quiero recordar aquí que muchos soleados Viernes Santos por la tarde, y sobre las tres, y a puertas del estanco que regentaba mi madre en la calle de Santa Clara, poníamos unas sillas en la acera y veíamos pasar la procesión, primero en la Magdalena, luego el Longinos y los grupos meritorios como en Descendimiento y el Descendido. Al ser las tres de la tarde, Santa Clara estaba desierta, apenas había público. Casi siempre el Longinos hacía fondo al lado del estanco y no se me olvida ver salir del paso a los cargadores, entre ellos el popular Pololo con grandes gotas de sudor en la frente y la cara muy colorada, y yo me preguntaba “¿si en el primer fondo están así, qué será a la vuelta?”
      Y qué decir de cómo estaba el entorno de Zamora en aquella época, me refiero a los años cincuenta. Son de grato recuerdo el quiosco de la Juana, donde comprábamos las aventuras de “El Guerrero del Antifaz”, y “Roberto, Alcázar y Pedrín”, la cárcel donde ahora está la Subdelegación del Gobierno, la librería PYA, que aún permanece, y la parada de taxis en la plaza de Santiago, donde el señor Pepe tenía su Mercedes o el señor Laureano su Studebaker. Recuerdo que algunos taxis Buik o Chevrolet había que arrancarlos con manivela. En la calle se situaban la panadería de Matilla, la mercería de don Vicente Mayoral, gran benefactor de la Semana Santa, e íntegramente de la Junta de Fomento. Además de la confitería “El buen gusto”, la droguería de los Blancos, Tejidos Galán o Foto Duero.
     
Claro que, horas antes en San Juan y tras el sermón de don Clemenciano, con la iglesia a rebosar, son los años cincuenta y sesenta, el sonido del Merlú anuncia la levantada del “Cinco de Copas” a los acordes de la marcha de Thalberg dirigida por el recordado Maestro Haedo, que con su barba blanca y su personalidad recorría las calles de Zamora en una inigualable estampa que aún no se ha borrado de mi mente.
      Pasados los años y concretamente en 1962, es el primer momento de ser hermano de paso de La Verónica, dirige Julio Alonso hijo, y como compañeros de banzo tengo a Magín Alonso Bartolomé, mi hermano Ramón, Alberto Fernández, Eduardo Pedrero y tantos otros que hicieron que mis primeros años de cargador fueran emotivos e inolvidables. No puedo dejar de decir que los alivios de Magín eran ya una tradición en el paso. Consistían en sostenerlo él solo unos momentos para descanso de los demás hermanos. Cuando era menester le decíamos “¡Un alivio Magín!” y nos contestaba “… ¡Va enseguida!” y durante breves instantes, él solo era el dueño y señor de La Verónica.


Vivías entre el pueblo
y acercándote a Jesús
le lavaste todo el rostro
cuando iba al Calvario
con una pesada cruz.

Radiante de madrugada
Camino vas del Calvario
tu corazón dolorido
espera consuelo humano.

Son los hermanos de siempre
los que en “volandas” te llevan
¡pesas! Pero… ¡no importa!
Ellos con gusto te aceptan.

Dentro del paso se piensa
en los que no volverán
para todos el recuerdo
al terminar de cargar.

Cesidio Gil, voluntad,
Ramón Marcos, entusiasmo,
Justo Méndez, seriedad,
Julio Alonso, siempre parco.

Pero ahora recordamos
como ejemplo a imitar
a Álvarez de Toledo
de grata memoria ya.

El Merlú bien nos avisa
que hay que empezar a andar
erguida va La Verónica
llevando la santa faz.

Dentro… Ramón nos indica.
Fuera, Alberto marca el tren
¡Pesa! Pero no importa
si todos tenemos fe.

En las Tres Cruces… descanso
las sopas esperan ya
después… volveremos contigo.
Es el regreso al hogar.

¡¡Que pesa menos… pensamos!!
Son las sopas, se dirá
sin embargo en la “Renova”
empezamos a sudar.

Hay voces de no arrugarse
de “tirar” hasta el final
en la Plaza nuevos ánimos
¡¡A pasarla sin bajar!!

Por fin al Museo llegamos
muy contentos de alcanzar,
esa meta ya propuesta
¡¡¡Que te admire la ciudad!!!


Y si Dios me lo permite
yo con deseos estoy
de llevar a La Verónica
con ánimo y con fervor.
Todos los años lo espero
con la ayuda del señor.



      En la Reverencia, y al acercarnos a la imagen de la Soledad, esta vez ataviada con las mejores galas, de manto majestuoso y corona de piedras preciosas, viene a mi mente, como esta corona que tanto admiramos, se hizo gracias a las aportaciones de joyas de muchos zamoranos, y entusiastas hermanos trasladaron las piedras preciosas recaudadas a la joyería Cordón de Salamanca para confeccionar tan inigualable corona, corría el año, creo recordar, de 1923.
      Antes de la procesión ocurre en muchos hogares zamoranos: el ritual de la puesta de la túnica, colocación del pañuelo y degustación de los rebojos, magdalenas y aceitadas, preparado todo con mucho amor y cariño por nuestras madres.
      Y como preludio a esta efeméride el casco viejo de Zamora se convierte en un total entierro, es el de Cristo Yacente que visita las viejas rúas de la ciudad acompañando de cofrades con viático, clavos, corona y cruz.
      Cristo en su lecho mira al cielo de Zamora, mientras el ruido de las cruces en el pavimento es semejante a los golpes de los clavos en la Crucifixión del Calvario.

Después de grandes tormentos
yaces camino del Padre
mas, antes pides perdón
por los que no saben lo que hacen.

Y en la Plaza de Viriato
las estrellas enmudecen,
cantamos a Jesús muerto
con sones de Miserere.


      Son las horas de la tarde y empieza en su comienzo la representación de la Pasión en Zamora.
      La cofradía de la Vera Cruz, a la más veterana y una de las más antiguas de España, inicia su itinerario. Antes por la mañana, tiempos atrás, el barandales España recorría la ciudad al son de las esquilas para avisar a los hermanos de la procesión, y hacía sus fondos particulares en los domicilios de los hermanos más conocidos, que ya le esperaban con la copita de orujo o de anís y la caja de magdalenas y aceitadas, me imagino cómo terminaría España al acabar su recorrido matinal.
      Como el hábito de la Vera Cruz era de terciopelo caro, al principio los cofrades fueron escasos, y antes de armar los pasos, las figuras estaban desperdigadas por distintos templos de Zamora, preferentemente en San Andrés, yo he visto en los rincones de esta iglesia al judío de “El Prendimiento”, los apóstoles de la Cena o Judas abrazando a Jesús.
      Pero a pesar de ser muy escasos los cofrades y con pocas bandas de música, la Vera Cruz nunca faltó a su cita en La Catedral.

Entre olivos y plegarias
Jesús ofrece al Padre
el cáliz de la Pasión
que presto recoge el Ángel
en nombre de nuestro Dios
Pilatos ve su inocencia
y el pueblo no lo admite
que bien lo vemos aquí
al contemplar La Sentencia.


Si es de mañana y relumbra más que el sol, es que el Jueves Santo en Zamora invita a pasear por sus calles a la Virgen de la Esperanza.
      Nunca faltó a su cita de su salida en el Convento de las Dueñas, aquí hermanas, cofrades y cargadores son una piña alrededor de La Virgen.
      La salida, sin ser dificultosa, requiere de cierta pericia y habilidad que el encargado de paso resuelve sin problemas, y a la hora prevista, la procesión inicia su recorrido a la Catedral, previo franqueo del puente de piedra. ¡¡Cómo ha calado la Virgen de la Esperanza entre nosotros!!
      Pero bueno, es saber que en un principio tanto la talla como la mesa con adornos barrocos y a ruedas no fue del agrado general, se les tildaba de excesivamente sevillanos, pero el tiempo puso a todos en su sitio, y hoy la Virgen de la Esperanza a hombros es una de las imágenes más queridas de nuestra Semana Santa.

La Esperanza de Zamora
la llevas en tu pañuelo
que está grabadas en él
el amor del Salvador
y el confortable consuelo
queriendo muy pronto estar
cerca de Dios en el Cielo.


Claro que, antes de estos hechos, las capas de Aliste se adueñan de los callejones del barrio de Olivares y entornos aledaños, es el Cristo del Amparo que a los sones del bombardino, buen tertuliano por cierto, nos hace sentir algo extraño en la noche del Miércoles Santo.
      Como algunos de vosotros sabréis, los primeros comienzos de esta cofradía no fueron fáciles, desfilar sin caperuz y con una parafernalia especial no gustó mucho al principio, y como el Salvador, en los primeros recorridos, hubieron de soportar algunas vejaciones de los disconformes de turno, pero acallados por la mayoría.
      Hoy la cofradía de “Las Capas” goza del respeto y admiración de todos los zamoranos.

A las orillas del Duero
amparas a la ciudad
y las capas alistanas
procuran darte el calor
que te niegan los demás.


      Paso a paso, queridos hermanos y retrocediendo en el tiempo, llegamos a la tarde del Miércoles Santo.
      Cerca del anochecer los cofrades se concentran en el atrio catedralicio, desde arriba y a vista de pájaro son perceptibles un mar de colores blancos y rojos.
      Se abren las puertas de la Catedral y aparece majestuoso el Cristo de las Injurias, el Cristo del Silencio, la imagen que según afirmó un renombrado imaginero italiano que, sin lugar a dudas es “el mejor Cristo del mundo” y después de contemplarlo detenidamente, no le falta razón.
      Se jura silencio en la procesión y todos en el corazón llevan su plegaria personal que bien pudiera ser:




Cristo Crucificado
Cristo de la Salvación
Cristo de las Injurias
Cristo con mucho Amor

Cristo de Penitencia
Cristo de Redención
Cristo de las Injurias
Cristo con mucho Amor

Cristo para Zamora
Cristo para el Perdón
Cristo de las Injurias
Cristo con mucho Amor


      Pero antes de que esto ocurra y desde la iglesia románica de Santa María de la Horta sale la imagen del Cristo de la Agonía de las Siete Palabras, otra de las procesiones que recorren las calles anejas al Duero y donde viví algún tiempo al lado de la casa parroquial, siendo regidor del templo don Luis Rubio.
      Como la mayoría de los desfiles, esta procesión ha calado hondo entre los zamoranos y los estandartes con las últimas palabras de Cristo en la cruz dan una idea del sufrimiento del Salvador en el calvario.


Señor, Señor por qué me has abandonado,
desde lo alto de esta Cruz
derrama tus bendiciones
a todos los zamoranos
que reviven la Pasión
queriendo estar a tu lado.


Es la tarde de Martes Santo y las calles hacia el Puente de Piedra se llenan de inusitado gentío, es el paso de Nazareno y la Virgen de la Esperanza por el puente más emblemático de Zamora. El río se torna protagonista, reflejando sus imágenes en el agua.
      Muchos años contemplé el desfile saliendo de San Andrés con el Nazareno a ruedas, túnica blanca y poniéndonos en la acera del lado que podía verse su cara.
      Bastante tiempo fue esa procesión por Santa Clara y por ello me viene a la memoria el convento de las Clarisas, de ahí su nombre, el Gobierno Civil, donde ahora está Hacienda y ¡cómo no! El Museo. Allí íbamos de pequeños siempre que podíamos a visitar la momia, que pasada la primera impresión, podíamos considerarla ya como de la familia.
      Ajeno a todo, pero en su dolor y sufrimiento el Nazareno y la Virgen quieren llegar a sus templos de origen, son muchos días desde su traslado y desean estar cuanto antes entre los suyos.

El Nazareno y la Virgen
bendicen al río Duero
sus aguas son las alfombras
que nos guían hasta el cielo
en un Martes de dolor
que procuramos ser buenos.


Paso a paso, llegamos al lunes y la noche de Zamora se alumbra con antorchas, son destellos de fuego vivo que quieren llegar hasta las estrellas, aquí ocurre como en la Gracia Divina, que cuanto más intensa es la tentación, más confortable es el espíritu para combatirla, de ahí que aunque el viento quiera apagar las teas, éstas alcanzan más fuerza y su llama permanece.
      El canto “Jerusalen – Jerusalen” en el casco antiguo nos transporta a épocas pasadas cuando la cristiandad se afanaba por expulsar al invasor, y las catedrales y los monasterios por alcanza su más alto grado de esplendor.
      Jesús en horizontal portado por hermanos, es como la proa que corta los envites de las agua malignas.
      Cristo a ras de suelo, pero su espíritu está en lo alto con el Padre cumpliendo su voluntad de Redentor del Mundo. Cristo no llega a los balcones, se queda en la acera como un mudo espectador más, para propiciarnos su espíritu tranquilo y humilde.


Cristo de la Buena Muerte
el Tránsito de esta vida
para el cristiano ejemplar
no debe ofrecer misterio,
si el Señor en su bondad
quiere librarnos del mal
y llevarnos hasta el Cielo.


Lunes radiante en Zamora y Jesús caído en principio con túnica blanca se prepara para desfilar. ¡¡Cómo recuerdo de niño esta procesión que recorre las calles zamoranas!!, mi lugar preferido era la acera del “Bazar Jota” y las grandes hebillas metálicas blancas en los zapatos negros de los cofrades, lo que más llamaba mi atención.
Años más tarde la cofradía quitó el nombre de Ex – Combatientes siguió Jesús en su Tercera Caída. Con ello se nos pone el ejemplo de que, no una, ni dos, sino tres, las veces que Jesús cayó y nosotros, dado que el espíritu es fuerte, pero la carne es débil podremos caer muchas veces, pero Cristo nos perdona hasta setenta veces siete y con ello alcanzamos la Gracia de la felicidad Eterna.
Junto a Jesús Caído, la soberbia talla de Quintín de la Torre, están, como dándole escolta “La Despedida” y “La Virgen de la Amargura”. Durante el itinerario, si sugestiva es la salida de San Lázaro o la subida de la calle del Riego, este desfile religioso llega al momento más álgido en el acto por el recuerdo a los hermanos fallecidos, tanto de ayer como de hoy, con una oración y unos clarines que nos invitan al silencio y al recogimiento de las almas que dejando este mundo son recibidos por el Padre.

Jesús con la Cruz a cuestas
caíste más de una vez
por nuestras culpas indignas
las caídas fueron tres.

Mucho pesaba la Cruz
y más nuestra iniquidad
sólo el Padre te dio fuerzas
para poderla llevar.


      Y como en esta vida todo llega, también llega la alegría, el júbilo, la algarabía de un pueblo que vitorea al Salvador entrando triunfal en Jerusalén.
      Los escribas y los fariseos envidiosos del triunfo de Jesús, quieren y mandan que el pueblo se calle, mas Cristo sale al paso de estas afirmaciones con la sentenciosa frase “Si el pueblo enmudeciera, gritarían hasta las piedras”.





Empezando por el Triunfo
y siguiendo La Pasión
Jesús obedece al Padre
Jesús, nuestro Salvador.

Como Dios y como Hombre
sabes de tus sufrimientos,
y el cáliz con tu dolor
al Ángel das en el Huerto.

Sangre, sudor y lágrimas
y todo por nuestra insidia
mas, el pueblo que hoy te alaba,
el Viernes te Crucifica.


En Zamora este pueblo es multitud, y a primeras horas de la tarde, en el luminoso Domingo de Ramos, la plaza de Santa María la Nueva se llena de gente, las vestimentas de rojo cardenal de los cofrades se mezclan con la indumentaria hebrea de niños y niñas y sobre todo palmas, muchas palmas en manos de los más pequeños que solos o acompañados de sus padres y familiares recorren las principales calles de la ciudad junto al paso de La Borriquita, aquí había que decir, ¿quién disfruta más de la procesión? Si los mayores o los pequeños,
La cofradía de la Borriquita es la cofradía de todos los zamoranos, para participar en ella con los niños a nadie se le pide túnica, medallón o cíngulo, sólo hace falta una palma o un ramo que anunciando la primavera se elevan hasta el cielo y es verdad, si el pueblo o las palmas enmudecieran, ¡cómo no!, hablarían hasta las piedras. Aquí en Zamora estas piedras estás bien asentadas en nuestro meritorio románico, de este modo el conjunto monumental de Santiago del Burgo se muestra orgulloso de haber contemplado un sinfín de Borriquitas, pero si las piedras son las mismas, los participantes se suceden sin solución de continuidad. Sólo hay un denominador común: los niños, ya lo dijo el Salvador “dejad que los niños se acerquen a mí” y “si no fuerais como ellos no entraríais en el Reino de los Cielos”.

Paciente la Borriquita
transporta al Salvador
las palmas sirven de marco
para que el Hijo de Dios
proclame su realeza
preludiando la pasión.


      Sin embargo, antes de que se hagan realidad estos gritos de júbilo y de alabanza a Jesús, Zamora se tiñe de luz y se tiñe de Vida. Es la cofradía de este nombre que partiendo de la Catedral quiere llegar al cementerio y en el monolito de la Cruz levantando a su entrada se ofrecerá una oración y un reconocimiento por los que han hecho posible la Semana Santa, por aquellos que lo dieron todo para que hoy podamos gozar de la Semana de Pasión en toda su plenitud.
      Aquí caben los nombres de personas ilustres que están en letras de oro en el libro de Historia de la Semana Sana, pero también caben los hombres y mujeres que de manera anónima y humilde trabajaron a favor de una Semana de Pasión más digna.
      Aquí pueden estar, queridos hermanos vuestro padre, madre, abuelos, amigos, todos aquellos que con orgullo y sacrificio fueron consiguiendo que nuestra Semana Santa alcance la dignidad y preponderancia de que goza hoy en día.
      Cuando al entregar sus almas al Señor y éste en su Divino Trono les pidiera su curriculum vitae en la tierra ha bastado decir que son benefactores de la Semana Santa para tener el libre acceso al Paraíso.
      No esperan al último momento como el buen ladrón para tener entrada en la Gloria, la fueron conquistando en el laborar de cada día a favor de nuestras procesiones.

Cristo de la Luz y de la Vida
por quien tanto trabajé
de niño yo me afanaba
en acrecentar mi fe,
procesionando contigo
y trabajando sin tregua,
para que siendo mayor
alcance mi ansiada meta
que es estar cerca de ti
con cíngulo y túnica nueva


Pero aún hay más, se acerca el viernes. Viernes de Dolores, viernes de sufrimiento de Cristo y Zamora los conmemora con fe y austeridad.
      Es la cofradía del Santísimo Cristo del Espíritu Santo, titular de un templo extramuros que pretende llegar a la Catedral para hacer oír su plegaria en un atrio lleno de historia.
      Zamora la bien cercada abre sus puertas al Salvador para entrar en la ciudad, no hay que librar batalla sólo el farol y la cruz se precisan para pisar las viejas rúas del casco antiguo, es el mejor pasaporte que podemos usar en esta vida de tránsito para la otra.
      El vetusto Cristo del Espíritu Santo sobrecoge por su expresión serena y dolorosa a la vez, su sencillo trono poblado por cardos y espinas. Es el preludio de la Pasión que vamos a vivir en Zamora.
      A su paso por emblemáticos e históricos lugares, la Zamora del Romancero siente su particular y única historia en los aledaños por donde discurre Cristo y que antes proclamaron su honor la familia de Arias Gonzalo o la realeza de la regente de Zamora doña Urraca. Todos personajes de la Edad Media cuyo único fin era conseguir una España cristiana, seguro que se alegran, de que por las tierras donde antaño lucharon por su fe, hoy día procesiona Jesús, el señor de los Ejércitos, el Señor del Amor, el Señor del Perdón y el Señor del Espíritu Santo.



Zamora del Romancero
Zamora, la bien cercada
tú que acoges a Jesús
abriéndole las murallas.
La Cruz que antaño luchaba
para propagar la fe,
hoy se hace procesión
y penitencia también.


      Por fin llegamos al día más esperado, a la noche más ansiada, a la primera procesión de Zamora, al traslado del Nazareno de San Frontis a la Catedral para desfilar el próximo Martes Santo. Zamora después de la exposición de carteles, pregones, pórticos musicales y conferencias varias, tiene hambre de procesión, desea ver que sus calles se invaden de gente, de cofrades y de marchas fúnebres, pero lo que antaño fue un acto íntimo y protocolario, hoy se ha convertido en una verdadera procesión, en una procesión popular, tanto los acompañantes como los cargadores son vecinos de San Frontis y van al lado del Nazareno también hermanos pertenecientes a varias cofradías y lo hacen con fe, con sencillez, como es la fe del castellano viejo, como es la fe del zamorano de a pie.
      Para mí el paso del Nazareno por los arbotantes de la iglesia de San Ildefonso es un momento mágico e importante, años atrás sólo estábamos unos pocos, hoy día hay que guardar fila, lo que da idea de que el traslado del Nazareno ya es una procesión con todas las de la ley.
      Para participar sólo se necesita fe y benignidad de ánimo y de este modo como antes apuntaba, para dar testimonio de universalidad de nuestra Semana Santa, se puede contabilizar entre las gentes que dan escolta a Jesús, hermanos pertenecientes a las cofradías de la ciudad.
      Y es que, este jueves es emblemático, los zamoranos presentimos la Semana Santa, un año es mucho esperar y por fin Jesús, nuestro Nazareno, las gentes, nuestras gentes y la música, nuestras marchas fúnebres empiezan a andar y con ello nuestro espíritu y nuestra alma se llenan de paz, penitencia y sacrificio.

Jesús con la cruz a cuestas
el Duero te vuelve a ver
y refleja en sus aguas
la amargura de tu ser.
Si la corona de espinas
te infunde mucho dolor
Zamora te lo mitiga
implorándote el perdón.


      Con anterioridad a todo lo expuesto, en nuestra querida ciudad hay que resaltar lógicamente los prolegómenos a nuestra Semana santa, como bien sabéis la Semana de Pasión del año que viene, comienza con la terminación del la Procesión del Resucitado.
      Así, con anterioridad, como os decía, están la confección de pastas y dulces típicos, los pórticos musicales, la adquisición y el lavado de las túnicas, la asistencia a las citaciones de las diferentes cofradías, la realización de carteles, el traslado de mesas y de grupos escultóricos, cornetas y tambores que ensayan a veces en condiciones precarias, pregones, conferencias y un sinfín de actos que anuncian a los cuatro vientos que esto también es Semana Santa, es la otra Semana de Pasión, el aperitivo que predispone el cuerpo y el alma a vivir y a participar como cristiano y como cofrades en la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús nuestro Salvador.

Si escucho al Barandales
y oigo también al Merlú
es que en Zamora se acerca
la Pasión del Buen Jesús.
Magdalenas y aceitadas
nos ayudan a pensar
que nuestra Semana Santa
ya viene sin más tardar.


Como habéis podido comprobar, queridos hermanos y tertulianos he deseando efectuar un pregón a la inversa, empezando por la Resurrección y terminando por el Traslado del Nazareno de San Frontis y no es que quiera pecar, ni de original ni de innovador, pero he pensado que para exponeros las excelencias de nuestra Semana Santa, que mejor que abrir este pregón por la Resurrección, por la proclamación de Cristo Rey del Universo y vencedor de la muerte, porque vuelvo a insistir, según dijo San Pablo “Si Jesús no ha resucitado, vana es nuestra fe”.
      De ahí que el anuncio de la Resurrección de Cristo sea la efeméride más importante y más fundamental del mundo cristiano.

















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